Tres de cada 10 mujeres de América Latina y el Caribe han sido víctimas de violencia machista a lo largo de su vida, de acuerdo con el informe Rompiendo Moldes, elaborado por Oxfam Internacional, en el cual se hizo identificación y análisis de los imaginarios y normas sociales que alimentan las violencias contra las mujeres y niñas de la región.
Aunque varios países de LAC han tomado medidas legislativas en contra de la violencia machista, esto no ha solucionado el problema porque no lo atiende de fondo. Según datos del informe, 16 países tienen leyes contra la violencia hacia las mujeres y en 15 se ha tipificado el feminicidio como delito; aún así, durante 2016 fueron asesinadas mil 831 mujeres. ¿Por qué? Además de las brechas en la implementación de la ley y la impunidad, la violencia machista está normalizada en los imaginarios y normas sociales.
Por imaginarios y normas sociales se entienden los discursos y acciones que producen, reproducen y mantienen la violencia machista. Están normalizados, moldean nuestra forma de pensar y actuar y se reproducen tanto a nivel personal como colectivo en la sociedad.
Nuestros grupos de referencia, como familia y amistades, influyen en la creación y reproducción de las normas sociales, que a su vez son promovidas y socializadas por instituciones como el Estado, la Iglesia, la escuela y los medios de comunicación.
Las creencias y comportamientos machistas son parte de las causas estructurales de la violencia; están ahí, se ven como algo normal en nuestra vida cotidiana y se refuerzan con nuestras prácticas. Por ejemplo, 7 de cada 10 hombres piensan que ser manoseadas o acorraladas en la calle es culpa de las mujeres por la ropa que usan; 6 de cada 10 creen que celar es una demostración de amor; y el 65% está convencido de que cuando una mujer dice “no” a una relación sexual en realidad quiere decir “sí”, de acuerdo con las encuestas que realizó Oxfam en Bolivia, Colombia, Cuba, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y República Dominicana a jóvenes de entre 15 y 19 años .
En el informe se identifican ocho imaginarios y normas sociales, relacionados con el control de los cuerpos y la sexualidad de las mujeres, que son nocivos y predominantes. Para explicarlos, se utiliza la metáfora de tres espejos: los espejos deformantes, los espejos con aumento y los espejos desgastados; partiendo de que los imaginarios y normas sociales representan espejos en los que tanto hombres como mujeres sentimos la obligación de vernos y comportarnos de tal manera que se cumplan los estereotipos de género que tenemos normalizados.
Espejos deformantes
Representan los imaginarios y normas sociales que consideran que el cuerpo de las mujeres está disponible para satisfacer las necesidades del hombre y que ellas están obligadas a la monogamia, no tienen derecho al placer propio y tampoco capacidad de decisión. Bajo esta lógica, las mujeres son responsabilizadas de las agresiones machistas en su contra, ya sea por su forma de vestir, por salir a la calle de noche o por tomar alcohol. Por ejemplo, el 62% de los hombres de entre 15 y 19 años encuestados considera que es común que si un hombre anda ebrio golpee u obligue a una mujer a tener relaciones sexuales.
- “Un hombre de verdad debe tener relaciones sexuales cuando quiera y con quien quiera, las mujeres, no”.
- “Los hombres deben aprovechar todas las oportunidades que se le presentan para estar con una mujer, generalmente las mujeres dan motivos”.
- “Los cuerpos de las mujeres deben ser apropiados, nombrados, señalados y criticados”.
Espejos con aumento
Estos imaginarios están basados en el amor romántico y la heterosexualidad como norma. Las mujeres crecen pensando que deben aguantar abusos machistas en nombre del amor y en las relaciones de pareja, que además “deben ser” heterosexuales, se reproducen muchas formas de violencia. Por ejemplo, el 63% de los hombres de entre 15 y 19 años encuestados piensan que los celos son una expresión de amor.
- “Las prácticas de lesbianas y trans deben mantenerse en privado”.
- “Los hombres deben controlar a las mujeres”.
Espejos desgastados
En esta categoría están los imaginarios que tienen la concepción de lo que es una “buena mujer”, basada en atributos conservadores y machistas, que condena a las mujeres a vivir y aguantar la violencia. Por ejemplo, el 56% de los hombres de entre 15 y 19 años encuestados creen que es mejor que el hombre sea el sustento de la familia y la mujer cuide de las y los hijos.
- “Un hombre tiene el derecho de corregir o disciplinar el comportamiento de las mujeres y para eso puede utilizar cualquier tipo de violencia”.
- “Los hombres deben ser los proveedores, las mujeres cuidadoras y solamente hacen aportaciones complementarias”.
- “Todas las mujeres deben ser madres”.
Para acabar con la violencia, primero hay que reconocerla. Es posible, y sobre todo necesario, transformar los imaginarios y normas sociales. Todos y todas podemos contribuir a transgredir estos discursos y acciones para avanzar hacia el derecho que tienen las mujeres a vivir una vida libre de violencia.
*Rompiendo Moldes se basó en el análisis de 4 mil 731 encuestas a mujeres y hombres jóvenes, de 15 a 25 años de Bolivia, Colombia, Cuba, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y República Dominicana, realizadas entre marzo y abril de 2017; además de reflexiones en 47 grupos focales y 49 entrevistas en profundidad realizadas entre junio y julio de 2017.
[contact-form-7 id=”9590″ title=”Formulario”]
Consulta también: